Y allí estaba ella , sentada frente a su ordenador. Mirando como el chirimiri caía a través de la
ventana, con sus ojos de niña. Unos ojos que decían eran grandes y profundos
por su color marrón oscuro y una pupila tan grande que apenas parecían reales.
Se preguntaba que hacía en aquel país, tan distinto al suyo.
Donde la humedad era constante tras la lluvia casi permanente y el carácter
norteño.
No hacía tanto frío, al menos por el momento a pesar de ser
noviembre en Inglaterra. Pero tampoco hacía el calor du país, España.
A pesar de ello veía
la parte hermosa, como el verde de la naturaleza y el encanto de los pequeños
pueblecitos de alrededor, donde adentrarse para conocer la cultura real de las
flores, agricultura y gastronomía típica. Constituida por la cerveza y los
dulces para tomar con su té diario.
Mientras miraba resbalar las gotas del cristal, pensaba en
las circunstancias y el entorno que le rodeaba. Tenía ya los treinta a penas
recién cumplidos y vivía compartiendo piso.Un piso en el que la humedad era
amiga del entorno interno , sobre todo en la habitación donde vivía.
La casa no constaba de un lugar común, solo de dos
habitaciones y una cocina y baño a compartir.
A pesar de la tristeza que transmitía su habitación, pintada
con un color ocre y alguna que otra
mancha de humedad tapada con pintura de otro color, intentaba decorarla lo
mejor posible , aunque no acababa de sentir que transmitiese la paz que una
habitación debiera transmitir.
Se preguntaba qué era lo que fallaba, daba vueltas y vueltas
pensando.